Notebook / La rueda


LA RUEDA



Dime cómo te diviertes y te diré quien eres.
Lo dijo Ortega y Gasset.

En estos tiempos la diversión ha pasado a ser una especie de reto-hazaña en la que la originalidad y variedad de experiencias, así como los destinos exóticos se han convertido en los pilares de identidad de la nuestra desquiciada sociedad actual.

Si no tienes nada programado para un futuro inmediato no eres nadie.

La semana pasada, al salir de una papelería donde había ido a comprar unos lápices de grafito me encontré a una madre del colegio de mis hijos.
No vimos, y tras intercambiar un protocolario saludo muy sonrientes las dos, me preguntó que donde me iba de vacaciones este verano.
Le contesté que a ningún lado. Le cambió el rictus. La sonrisa pasó a ser una mueca.
La vi tan apurada que le dije que no iba a ir de vacaciones porque tenia un proyecto que terminar, y entonces se relajó, recuperó la sonrisa, y comenzó a numerar un sinfín de planes para el verano, que iban desde una travesía en barco hasta escalar no sé que pico.

Y entonces, mientras su discurso reverberaba como un el canto de un gallo en mi cabeza, yo recordaba aquello que Hemingway escribió y que dice, “El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera".

Si fusionamos las citas de Ortega y Gasset y la de Hemingway, concluyo que como la diversión no está reñida con la seriedad, voy a comenzar a vivir más seriamente por dentro. Ahí fuera, se está embarrando todo y ni con una pulidora eléctrica voy a conseguir rodar al ritmo.

Si no estás en la rueda, estás muerto.
Si no viajas y sacas la foto, estás prácticamente muerto.
Hay que estar en ajo, te guste o no, pulir tus aristas y amoldarte para rodar, o bien elegir ser un anacoreta.

Me quedo con lo de ser anacoreta.